El último incidente en el sistema de protección contra incendios de Trillo ha puesto de manifiesto que sus propietarios carecen de cultura de seguridad y que el CSN no es lo bastante riguroso con los propietarios de las centrales, puesto que ha calificado el incidente como “sin consecuencias para la seguridad”.
Ayer, día 19 de abril pudimos saber que la central nuclear de Trillo (Guadalajara) ha funcionado durante más de una semana con su sistema de extinción de incendios en malas condiciones. En concreto se trata de que éste ha tenido una sola bomba operativa y dos fuera de servicio cuando lo reglamentado por el consejo de Seguridad Nuclear (CSN) es tener al menos dos bombas operativas. Según el propio CSN, si no se cuenta con esas dos bombas es imprescindible tomar medidas adicionales de protección contra incendios. Las bombas quedaron fuera de servicio por un cambio en el diseño de sus interruptores.
Pues bien, el mantener dos bombas fuera de servicio implica que la central de Trillo, propiedad de IBERDROLA, Gas Natural-FENOSA y EDP, ha funcionado durante un tiempo indefinido mayor que siete días en condiciones de seguridad degrada. El Movimiento Ibérico Antinuclear señala que si se hubiera producido un incendio durante este tiempo, el sistema de protección contra incendios podría no haber tenido capacidad para atajarlo y el suceso agravarse hasta convertirse en un accidente severo. En este sentido el accidente de Vandellós I (Tarragona), el más grave de la historia nuclear española, comenzó con un incendio en la sala de turbinas que se propagó hasta el sistema de refrigeración del reactor.
El mantener la central en estas condiciones es una muestra de la nula cultura de seguridad de sus propietarios, que han hecho más probable un accidente severo. Deberían haberlo comunicado inmediatamente al CSN con una propuesta razonada de medidas alternativas de protección contra incendios. Y este organismo podría incluso haber ordenado parar la central si estas medidas no resultaran satisfactorias.
No obstante la gravedad del suceso, el CSN lo ha calificado como Nivel 0 en la escala INES de sucesos nucleares, nivel que corresponde a incidentes sin consecuencias para la seguridad. Sin embargo está claro que el incidente sí tuvo consecuencias e hizo que la central funcionara con seguridad degradada a sabiendas de sus propietarios. El incidente debería ser calificado como Nivel 1 o 2 en la escala y debería abrirse un expediente a los propietarios de la central por haber permitido esta situación durante tanto tiempo.
La escala INES pretende dar una medida objetiva de la gravedad de los incidentes y, por tanto, del estado en que se encuentra el parque nuclear. Sin embargo, estamos asistiendo a un intento del CSN de rebajar los niveles de la clasificación de los incidentes para dar sensación de que el parque nuclear está en buenas condiciones. Esto resulta crítico en estos meses en que se está debatiendo la posibilidad de prolongar el funcionamiento de las nucleares hasta los 60 años.