Cuando se cumplen 7 años del accidente de Fukushima-Daiichi, los efectos del escape radiactivo siguen sin estar bajo control. Todavía queda el difícil trabajo de desmantelar los reactores y gestionar los abundantes residuos radiactivos producidos. En particular, las 800.000 Tm de agua radiactiva que se acumulan. Este accidenete es un ejemplo del enorme riesgo de seguir apostando por la energía nuclear.
El Movimiento Ibérico Antinuclear quiere denunciar las resistencias al cierre escalonado de las centrales nucleares en España, cuando se cumplen 7 años del accidente de Fukushima. Este accidente se produjo en uno de los países tecnológicamente más avanzados del mundo y por sucesos externos a la central, lo que lo convierte en un precedente que muestra nuevos problemas de seguridad de las nucleares: no sólo hay riesgos derivados de la gestión de las instalaciones nucleares, sino que existe también numerosas amenazas externas difícilmente previsibles.
Tras estos siete años después del accidente, la situación no está ni mucho menos bajo control. El agua radiactiva sigue acumulándose en depósitos construidos demasiado deprisa, con el consiguiente riesgo de fuga. Las autoridades japonesas están descontaminando el suelo de forma parcial, dejando niveles de radiactividad demasiado altos, más de 20 veces los niveles permitidos para el público en localidades como Litate que ya sufrieron los efectos de la nube radiactiva. Quizá por este motivo, todavía hay más de 10.000 personas que se niegan a volver a sus casas y siguen exiliados, a pesar de las subvenciones que otorga el gobierno japonés.
Aún quedará pendiente la tarea de desmantelar los reactores accidentados y de gestionar los residuos de alta actividad que se producirán. Los daños sufridos por los núcleos de los reactores convierten esta tarea en una operación de alto riesgo al límite de las posibilidades de las tecnologías actuales. Pero los reactores son en sí mismo un riesgo, dada la inestabilidad sísmica de la zona y el precario estado de los edificios, por lo que se hace imprescindible alcanzar en los planes de desmantelamiento.
Ante todos estos hechos, el Movimiento Ibérico Antinuclear reclama el cierre escalonado de todas las centrales nucleares españolas y considera temeraria la postura de los gestores esta fuente de energía.
Durante todo este fin de semana se celebrarán diversos actos en recuerdo de Fukushima.